Heroína de incógnito
Escuchando: Czifrra – Hungarian Rhapsody no. 9
Ayer me enteré de que murió Irena Sendler. Hasta ese momento ignoraba quién era. Después de leer sus logros me quedé muy entristecido. Había muerto una gran mujer, una gran heroína, desde la sombra.
«Solo hice lo que había que hacer, debí salvar a más». Así resumía su labor Irena Sendler, la trabajadora social polaca que consiguió sacar a 2.500 niños del gueto de Varsovia y salvarlos de una muerte segura. Siempre renunció a verse como una heroína, y se sentía mal por ser la última superviviente de los pocos católicos polacos que ayudaron a los judíos en la invasión nazi: «Merecían los homenajes tanto o más que yo». Ayer murió en Varsovia a los 98 años.
Sendler nació el 15 de febrero de 1910 en Otwock, al sur de Varsovia, adonde se trasladó con su familia. Era hija única. A los siete años vio morir a su padre, médico, de tifus. Se había contagiado empeñado en atender a los pobres, los más afectados por la epidemia, muchos de ellos judíos. «Aunque no sepas nadar, si ves a alguien que se ahoga, lánzate a salvarlo», le dijo poco antes de morir. Irena no pensó jamás en zafarse de tal encomienda.