El misterio del habla
Escuchando: Mozart – Fantasy in F minor (KV 608)
Unos estudios recientes han descubierto la razón de por qué los niños aprenden a hablar.
Cuando nace un niño, su cerebro está recubierto por un líquido gelatinoso. Algo lechoso. En particular, cubre la zona del habla.
Mientras la está recubriendo, un niño no es capaz de pronunciar palabra alguna. Tan sólo balbuceará. Intentará imitar los sonidos que se produzcan.
Al cabo de los meses, capa de líquido blanquiacino se va «evaporando» hasta que ha desaparecido. A medida que se desvanece, el niño puede empezar a pronunciar vocales claramente distinguibles incluso alguna consonante.
Al contrario de lo que pensaba, el habla no se adquiere por la interconexión de neuronas, sino por la desaparición de una sustancia que impide el desarrollo de esa capacidad.
Escuchando: Bach – Fantasia and Fugue in A minor