El príncipe clásico
Escuchando: Mozart – Andante in F, KV 616
Hoy hace 250 años que nació el príncipe de la música. Se llamaba Johannes Chrysóstomus Wolfgangus Theophilus Mozart. Desde bien pequeño ya deslumbraba a la gente con su gran habilidad para tocar el clave. Y no era para menos. Tenía un gran don para componer música. Y en su forma, creó uno de los tres grandes movimientos: la música clásica.
Ya muy joven tocó para la reina de Austria. Quedó tan asombrada que, según cuentan, no pudo evitar sentarlo en su regazo para conversar con él. Hizo unos cuantos viajes por toda europa, tocando para la alta aristocracia. Y así pudo ganarse su nombre.
No en vano, llegó a casarse. Pero llegó a ser muy desgraciado. Su padre Leopold no aceptaba a su familia. Aún así, se casaron en Viena. Y para complacer a su padre compuso una misa que quiso estrenar el día de su boda, con su esposa como soprano. Pero tuvo que posponerlo. Sin embargo, su progenitor siguió sin aceptarla.
Tuvo un hijo que murió al mes de vida. Y de los seis que vinieron luego, sólo sobrevivieron dos.
En aquellos tiempos, Mozart estuvo muy unido al Maestro. Y así estudió una de sus grandes obras, el Clavier Übung o El Clave Bien Temperado. De ahi nacieron varias obras muy conocidas. Incluso se atrevió a adaptar algunas fugas para su repertorio. Qué hubiera sido de él si Bach no hubiera nacido? Qué hubiera pasado con la música si el Maestro no la hubiera creado? Hasta el propio príncipe reconoce al gran Maestro. No hay músico que no le rinda homenaje, aunque sea en su forma.
Su repertorio fue muy variado. Aunque, muy a mi pesar, no compuso muchas obras para órgano. Tan sólo he escuchado unas pocas, pero de gran calidad. La más importante es la Fantasía en Fa menor, que demuestra una gran solemnidad que muy pocos logran. En aquellos tiempos no era muy común este tipo de obra, pero supo dar con ella.
Tuve la oportunidad de escucharla recientemente en el órgano de la Catedral de Barcelona en uno de sus conciertos. Fue impresionante.
Finalmente a los 35 años su salud empeoró vertiginosamente. Se habla de envenenamiento por parte de su músico rival, Salieri.
Fuere como fuere, su última obra fue su propio Requiem. Una de las grandes obras allá donde las haya. Y curiosamente, el movimiento más sobrecogedor es la Lacrimosa, que la compuso varios minutos antes de expirar. Es impresionante.
Murió como un perro. En una choza media rota, y casi solo. Le acompañaban su esposa y un discípulo suyo, que más tarde concluiría este Requiem.
Mozart fue enterrado en una fosa común sin lápida el 5 de diciembre de 1791. Nunca se ha hayado su cuerpo.
No obstante, un enterrador se hizo con su cráneo dos años más tarde. Estuvo varias décadas cambiando de mano hasta llegar a la sociedad erguida en su nombre. Noticias muy recientes confirman que las pruebas de ADN realizadas a unos folículos del cráneo no casan en nada con las pruebas hechas a familiares próximos suyos. De quién será ese cráneo?
Me cuesta de creer como tantos genios que ha dado la Historia terminan muriendo casi como perros. Muchos de ellos no han tenido el reconocimiento que merecían. Sólo el Tiempo les ha puesto en su lugar.
Mozart fue uno de ellos. Y con su gran virtuosidad, los años le han proclamado Príncipe Clásico de la Música. Espero que el tiempo no mancille su trono, porque no sería justo.
Wolfgang Amadeus Mozart
27.I.1756 – 5.XII.1791
Escuchando: Mozart – Fantasia in F minor K608